AMARAL

miércoles, 19 de mayo de 2010

LA CIBELES. NUESTRA DIOSA.




El aficionado del Real Madrid tiene dos símbolos en la capital de España. El primero es el Santiago Bernabéu, escenario donde se alcanzan los triunfos. El segundo es la Cibeles, el lugar donde se celebran los éxitos.
Ambos puntos están unidos por esa serpenteante arteria llamada Paseo de la Castellana. La tradición de acudir a la Cibeles para festejar victorias no es muy antigua, aunque ha adquirido su máximo protagonismo gracias a los éxitos cosechados en los últimos años, con especial relevancia a las dos Copas de Europa conquistadas. Estos acontecimientos fueron capaces de reunir a centenares de miles de madridistas, que alrededor de la fuente aclamaron a sus héroes deportivos, en imágenes que recorrieron el mundo.
La Cibeles inspira el máximo respeto a nuestros aficionados y a ella le cabe el gozo de saber que es sinónimo de fiesta: se siente querida por una ciudad que la admira con orgullo, que la venera. La Cibeles ya está unida a nuestra historia. ¡Por muchos años! !Y muchas veces!
Cibeles, conocida por los griegos como Rea, es la diosa de la naturaleza y de la fertilidad. Es la divinidad más antigua de Asia Menor. Nació en Frigia, fue la madre del titán Cronos y estaba considerada como la progenitora de los dioses olímpicos. Cibeles gobernaba sobre las montañas y sobre todas las fuerzas, por lo que se la representa con una corona con forma de muralla y siempre acompañada de leones.
En 1767, bajo el reinado de Carlos III, el Conde de Aranda encargó el diseño del Salón del Prado (que incluía nuestra querida fuente) a José de Hermosilla, aunque fue finalmente Ventura Rodríguez quien, valiéndose de sus influencias, ejecutaría este proyecto.
La fuente de la Cibeles se instaló en 1782 en el Paseo de Recoletos, junto al Palacio de Buenavista, orientada hacia el Paseo del Prado, de cara a la de Neptuno. Los encargados de su realización fueron Francisco Gutiérrez, Roberto de Michel y el adornista Miguel Ximénez. Toda la fuente fue esculpida en mármol cárdeno del pueblo de Mostesclaros (Toledo), de acuerdo con el dibujo de Ventura Rodríguez.
Fueron empleados más de diez mil kilos de este material. Francisco Gutiérrez realizó la parte más comprometida, es decir, la efigie de la diosa. Hizo una versión llena de serena dignidad y majestuoso empaque. Miguel Ximénez se encargó de la decoración que orna el trono y el carro, Los leones fueron realizados por Roberto de Miguel.
En 1798, por sugerencia de Juan de Villanueva, se añadieron a la fuente un oso y un dragón, símbolos de las antiguas armas de la Villa, tal y como aparecían en su escudo. En 1895 cambió de ubicación, siendo alcalde de Madrid el Conde de Romanones. La fuente de la Cibeles pasó a ocupar el centro de la que sería conocida con el nombre de Plaza de Madrid (más tarde de Castelar), enfilada hacia la calle de Alcalá. En ese mismo año, se colocó sobre una gradería circular de cuatro peldaños y se la rodeó de una verja, que impedía el acceso directo a la fuente. Prohibición de la que se ha hecho caso omiso en muchas ocasiones, como la historia -y las pasiones deportivas- se han encargado de demostrarnos.


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